La chaqueta, hecha un lío tirada en la cama, la mochila de patinar, en el suelo, los zapatos, desperdigados por el recibidor, los juguetes en la cama, en la sala y hasta en la cocina. ¡Ordena tus cosas! – dice su padre enfadado- ¡Todo esto, fuera de aquí! A cada paso se tropieza uno con algo tuyo. Por si no tuviera ya bastante trabajo. Este desorden no se puede aguantar. ¿Cuántas veces hay que decírtelo? ¡A ver si me haces caso!
Lucía no entiende porque se enfada su padre, recoger las cosas le parece una tontería y una pérdida de tiempo. ¿Para qué voy a recoger las cosas si después tengo que volver a sacarlas? ¡Que lata! Piensa con impaciencia.
No tengo ganas de ordenar esto. Hay cosas más importantes que hacer.
Cuando su padre ya no puede más es él quien recoge los juguetes.
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